¿Sabías que una vez tenemos plena
conciencia de qué ocurrió con nuestra vida al recibir a Jesucristo como Señor y
Salvador, es necesario adoptar tres Principios de Victoria? Te preguntarás, ¿de
qué se trata todo este asunto? Es sencillo. Veras: para asegurar crecimiento en nuestra vida cristiana, hay tres elementos
fundamentales que debemos aprender. ¿Quieres saber cuáles son? Los
describimos a continuación:
1.
El
principio de la oración.
2.
El
principio de la Palabra de Dios: La Biblia.
3.
El
principio de congregarse con otros creyentes en Jesucristo.
Estos tres elementos son esenciales,
sin embargo en esta lección definiremos él.
Principio de la Oración
¿Cuál es en tus propias palabras el
significado de orar? ¿Qué significa para ti? Es probable que tengas las ideas
preconcebidas que nos forjaron desde la iglesia tradicional a la que cual orar
era una repetición de frases, muchas veces sin mayor trascendencia para
nosotros, conocidas como oraciones, novenas y letanías.
El primer paso
entonces es determinar qué es oración. He aquí una descripción sencilla: “La
oración es un diálogo con nuestro amado Dios
bajo la certeza de que Él nos escucha”.
El propio Señor Jesucristo pasaba tiempo en oración
¿Tú deseas aprender del Señor Jesús?
Sin duda que sí. Una de sus motivaciones era la oración. ¿Lo sabías? Es lo que
aprendemos en las Escrituras: “En aquellos días se fue al monte a orar, y pasó
la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce
de ellos, a los cuales llamó también
apóstoles...” (Lucas 6:12, 13).
El texto nos enseña tres aspectos
importantes:
- La oración formaba parte fundamental de las acciones diarias del Señor Jesús.
- Pasaba largas horas delante de Dios el Padre en oración.
- No tomaba ninguna determinación—como aquella de escoger a sus discípulos—sin antes orar.
El Evangelio también registra el hecho
de que el Señor Jesús comenzaba su jornada diaria con oración. También
apreciamos en la Biblia que terminaba sus actividades cotidianas yendo a la
presencia del Padre: "En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la
barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la
multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo” (Mateo 14:22, 23).
¿Has comprendido hasta el momento el
significado de la oración? Ahora es probable que tengas un interrogante:
¿Por qué cosas debemos pedir?
Una pregunta de suma importancia. Si
bien es cierto, en la Escritura encontramos que Dios conoce cuáles son tus
necesidades y las mías, no estamos eximidos de ser específicos en nuestras
oraciones. Pueden ser por crecimiento espiritual, salud, provisión financiera,
paz para nuestro ser, la conversión de un familiar y que el Señor te revele
cuál es Su plan para tu vida, entre otras.
Aquí hay tres elementos que debes
conocer. Se trata de los tipos de oración:
- Oración general.- Cuando tú hablas con Dios y le refieres todo lo que concierne a tu vida, tus necesidades y la petición que tienes de ayuda. También puede estar orientada a expresar gratitud a Aquél que todo lo puede.
- Oración de intercesión.- Cuando nuestras oraciones son a favor de otras personas: por su conversión a Cristo Jesús, por sanidad física, por provisión financiera etc.
- Oración de guerra espiritual: Se trata de un concepto que desarrollaremos más adelante, pero para adelantarte un poco te diremos que es el tipo de oración que hacemos –entre otras cosas-- para que Dios nos fortalezca cuando vienen tentaciones y asedios de parte de nuestro enemigo espiritual: Satanás.
- Oración de clamor: Cuando nos humillamos delante del Señor para elevarle una petición específica. Oramos intensamente hasta tanto vemos una respuesta. En algunas ocasiones nuestras oraciones van acompañadas con ayuno.
¿Qué aspectos estorban nuestras oraciones?
¿Has escuchado frases como: “A pesar de
mis oraciones parece que Dios no me escucha”? Sin duda que sí. En tales casos
pueden estarse manifestando impedimentos a la oración. Te preguntarás, ¿por qué
ocurre? Hay varios aspectos que describimos a continuación.
- La falta de santidad.
- No perdonar a quienes nos provocan mal. La Biblia dice: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”(Mateo 5:23, 24).
- Una mala relación matrimonial tal como advierte el apóstol: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas (la esposa) sabiamente, dando honra a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7).
- La vana repetición de palabras. Para que nuestras oraciones sean eficaces, no es necesario abundar en palabras floridas, tratando de impresionar a Dios: “Y orando, no uséis de vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería, serán oídos. No os hagáis, pues, semejante a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros se lo pidáis” (Mateo 6:7, 8).
¿Cuántas veces debemos orar?
Tal vez te preguntarás, ¿cuántas veces
sea necesario orar? Tal como lo aprendemos en las Escrituras: “También les
refirió una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1). ¿Te das cuenta? No desmayar implica
perseverar, que es una palabra clave cuando clamamos.
El apóstol Pablo recomienda:
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2). Y más adelante exhorta: “Orad sin
cesar” (1
Tesalonicenses 5:17).
¿Lo observa? No existe basamento Escritural para asegurar que con orar una vez,
basta. Es necesario perseverar, persistir, no desmayar hasta tanto veas la
respuesta de Dios.
0 comentarios:
Publicar un comentario