TRES OBSTÁCULOS PARA LA COMUNIÓN CON DIOS

Pecado
Adán y Eva tenían una comunión perfecta con Dios hasta el momento en que pecaron. Un Dios santo y justo no podía tener comunión con el pecado. En el momento de la salvación, nuestros pecados son perdonados y quitados. Nuestra relación y compañerismo con Dios comienza. Si pecamos, aunque nuestra relación con Dios continúa, nuestra comunión con Él se rompe. Esta comunión sólo puede ser restaurada confesando nuestros pecados a Él.

1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

Rechazo
Muchas personas fueron rechazadas por sus padres terrenales. Tal vez fueron el resultado de un embarazo que no fue planeado o deseado. Tal vez el padre quería un hijo del sexo opuesto, o cuando eran niños, no pudieron estar a la altura que su padre esperaba de ellos. Si una persona sufrió un rechazo real o sentimientos de rechazo sin motivos reales, grandes cicatrices emocionales han quedado en la vida de esa persona.

Estas personas a menudo sienten que su Padre celestial también los está rechazando. Tienen dificultad en recibir Su amor y aceptación. Siempre parece que algo les impide entrar en una relación personal con su Padre celestial y convertirse en verdaderos adoradores de Dios.

Una persona que tiene sentimientos de rechazo en su vida debe perdonar a aquellos que la han rechazado y luego recibir el poder sanador de Dios en su alma.

Temor
El temor de entrar a la presencia del Padre ha impedido a muchos ser adoradores verdaderos de Él. No obstante, en lugar de temor, Dios nos ha dado un Espíritu de adopción por el cual podemos venir a Él y decir: “Abba, Padre.”

Romanos 8:15 Pues no recibisteis el espíritu de esclavitud para estar otra vez bajo el temor, sino que recibisteis el espíritu de adopción como hijos, en el cual clamamos: "¡Abba, Padre!"

“Abba” es una expresión de cariño, de una relación personal cercana con nuestro Padre. Se puede traducir como: “Papito.”

2 Corintios 6:18 y seré para vosotros Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

Fue sólo por el amor sin medida del Padre para con nosotros que nos adoptó para que fuéramos Sus hijos.

1 Juan 3:1a Mirad cuán grande amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios.

Una comprensión del amor inconmensurable de Dios por nosotros quita nuestro temor.

David, Nuestro Ejemplo
David fue un hombre que tenía un corazón conforme al corazón de Dios. El deseaba tener intimidad con su Padre celestial en la adoración.

Salmo 27:4 Una cosa he pedido a Jehová; ésta buscaré: que more yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

David deseaba morar en la presencia de Dios todos los días de su vida. Deseaba entrar a la presencia del Padre y contemplar Su hermosura.

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