Porque no me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; Romanos
1:16,
Porque con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:10
El tema de la salvación está
estrechamente ligado con el del nuevo nacimiento. Este último tiene que ver
principalmente con la necesidad, el origen y la naturaleza de la vida
espiritual que a todos los seres humanos deben recibir de Dios; el tema de la
salvación hace hincapié sobre los efectos liberadores y el alcance de la
provisión de Dios en Cristo. A continuación vamos a meditar en siete cosas
tocantes a la salvación.
I.
Su Definición.
La
palabra “salvación” significa simplemente “liberación”. Se usa comúnmente para
describir una acción por medio de la cual una persona es liberada de un peligro
que la amenazaba. Se habla de una persona “salvada” de perecer ahogada o en un
edificio en llamas o en un naufragio. En cualquiera de estos casos se entiende
tres cosas:
1.
La
persona salvada estaba en peligro de muerte.
2.
Alguien
vio su peligro y acudió a su ayuda.
c.
El
éxito coronó sus esfuerzos y pudo rescatar la persona de su peligro y de esta
manera la “salvó”. Las palabras “salvar”, “salvado”, “salvador” y “salvación”
aparecen muchas veces en la Biblia y tienen exactamente este significado en el
sentido espiritual.
II.
Su Necesidad
La
necesidad de la salvación divina es consecuencia de los hechos innegables que
toda persona debe admitir: 1. El hecho del Pecado en el ser humano. La condición espiritual del hombre por
naturaleza y hemos notado como cada persona viene al mundo con una naturaleza
pecaminosa que la constituye pecaminosa de nacimiento. Esta naturaleza
pecaminosa, se evidencia más tarde por pensamientos pecaminosos, palabras y
hechos indignos y una actitud de enemistad contra Dios. La Biblia muestra esto
claramente.
Léase:
Romanos 5:12, 18, 19; 6:16;
8:58; Génesis 6:5; Efesios 2:13; 2 Corintios 4:3,4; Isaías 53:6; Jeremías 17:9;
Marcos 7:2023; Romanos 1:21-32; 3:19-23.
Claramente
se desprende de estos versículos que el hombre es:
1.
Pecador:
necesita el perdón.
2.
Perdido:
necesita ser hallado.
3.
Condenado:
necesita salvación.
4.
Muerto
Espiritualmente: necesita vida.
5.
Ciego:
necesita iluminación.
6.
Esclavo:
necesita liberación.
El
hombre es completamente impotente para salvarse a sí mismo.
2.
El hecho de la justicia de Dios. Dios es santo y debe castigar el pecado; “De
ningún modo justificará al malvado” (Éxodo 34:6,7). Él ha revelado su desagrado hacia el pecado y su
sentencia contra todo aquel que muere en sus pecados, esto es, eterna
separación de su presencia (Juan
8:21,24; Marcos 9:43-48; Lucas 16:22-31; Judas 11-13; Apocalipsis 20:1115).
La
conclusión es lógica: siendo que el hombre es un pecador y Dios es justo. El
pecador necesita ser liberado o salvado del juicio de su pecado. Su clamor
deberá ser: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30,31).
III.
Su Provisión
El
evangelio es las buenas noticias que Dios en su gracia maravillosa ha provisto
abundante salvación por medio de la persona y obra de su amado Hijo. Se enseñan
dos cosas con claridad:
1.
Cristo
vino para ser el salvador de los pecadores (Mateo 1:21). El Hijo de Dios, eterno e igual con
el Padre y el Espíritu Santo, tomó forma humana para poder proveer salvación (Juan 3:16,17; Marcos 10:45; Mateo
9:12-13; Juan 10:11,15-18).
2.
Por
medio de la muerte y resurrección de Cristo, esta salvación ha provisto la
completa satisfacción de Dios. Al morir voluntariamente en la cruz, Cristo
asumió completa responsabilidad por nuestros pecados sobre su propio cuerpo y
murió como un sacrificio en substitución de los pecadores. Todo el juicio de
Dios contra el pecado cayó sobre El y allí en la cruz El satisfizo las justas
demandas de Dios contra el pecador. Dios indicó su completa aceptación al
levantar a Cristo de los muertos y sentarle a su diestra. Léase: 1 Corintios 15:14; 2 Corintios 5:21;
1 Pedro 2:24; Isaías 53:5; Romanos 5:69 y Hechos 4:10-12; 17:31.
IV.
Las Condiciones.
Puesto
que Cristo ha efectuado a la perfección la obra completa de la salvación del
pecador por el sacrificio de sí mismo, ¿qué debe hacer el pecador para entrar
en posesión de esta salvación?
1.
Debe
arrepentirse. El arrepentimiento consiste sencillamente en un cambio de modo de
pensar, lo que dará por resultado un cambio de actitud hacia el pecado, hacia
sí mismo, hacia el Salvador y la salvación; esto a su vez se evidencia por un
cambio en el modo de obrar. (Lucas
13:3; Hechos 17:31; 20:21). La indiferencia del pecado dará lugar a un
hondo deseo de tener la salvación; su orgullo dará lugar a la humildad; su
autosatisfacción a una franca confesión de su impotencia y desesperada
condición merecedora del infierno.
2.
Debe
creer el Evangelio, o sea el testimonio de Dios frente a la persona y obra de
Cristo (1 Juan 5:9,19)
Reconociéndose un pecador perdido y culpable, debe creer que Cristo llevó sus
pecados, tomó su lugar y que por medio de su muerte efectuó la obra completa
necesaria para su salvación (Rom
4:5).
3.
Debe
aceptar al Señor Jesucristo como su Salvador personal mediante un acto decisivo
de su Propia voluntad, para de ahora en adelante reconocerle como el Señor
supremo de su vida” (Juan
1:12; Romanos 10:9,10; Juan 3:16; 5:24; 6:47; Efesios 1:13). Este es el
acto decisivo. Por qué no decir ahora mismo desde el fondo de tu corazón:
“Señor Jesucristo, vengo a ti como un pecador perdido y culpable. Creo que tú
llevaste la carga de mis pecados y moriste en mi lugar en el Calvario. Descanso
ahora en tu obra perfecta y te recibo como mi Salvador y de ahora en adelante
reconozco como Señor y dueño de mi vida”. Esto es lo que significa “creer en el
Señor Jesucristo” (Hechos
16:31).
V.
Su Seguridad.
¿Cómo
puede una persona saber con toda certeza que es salva? Contestamos sin
titubear: por la Palabra de Dios. Dios en las Escrituras dice que todo aquel
que confía en su Hijo es perdonado, salvado, poseedor de vida eterna y está
seguro para siempre. Léase: Hechos
13:38; 1 Juan 2:12; Efesios 2:8; 1 Juan 5:13; Romanos 5:1; 8:1; Juan 10:27-30 y
Corintios 6:11.
VI.
Su alcance.
La
salvación tiene un aspecto triple: pasado, presente y futuro.
1.
Pasado:
Salvación de la pena del pecado o sus consecuencias. Ya que Cristo ha llevado
todo el castigo merecido por nuestros pecados, el creyente es liberado de sus
temidas consecuencias (Juan
5:24; Romanos 8:1).
2. Presente:
Salvación del poder del pecado o de su dominio. Como consecuencia de la morada
del Espíritu Santo en nosotros, unido al hecho de haber recibido la naturaleza
divina, el creyente ahora está capacitado para experimentar la liberación del
dominio del pecado en su vida (1
Corintios 6:19; 2 Pedro 1:3,4; Romanos 6:1-14). Esto no quiere decir que
el creyente no pueda pecar; lejos de ello por cuanto todavía posee esa
naturaleza pecaminosa llamada “carne”. Quiere decir, sin embargo, que en la
medida que el creyente se apropia de los medios que Dios ha provisto, el pecado
no será un factor dominante en su vida. Esta liberación presente dependerá de:
a.
La
lectura, el estudio y la obediencia a la Palabra de Dios (2 Timoteo 2:15).
b.
En
mantenerse constantemente en contacto con Dios por medio de la oración (Hebreos 4:1416).
c.
La
rendición de su cuerpo a Dios para una vida tanto recta como pura (Romanos 6:13; 12:1).
d.
Una
pronta confesión de todo pecado conocido (1 Juan 1:8,9; Tito 2:1115).
3. Futuro.
Salvación de la presencia del pecado o de cometerlo. Esto ocurrirá al venir
Cristo de nuevo. Entonces El levantará a los muertos y transformara a los
vivientes de modo que tendrán cuerpos incapaces de pecar, incapaces de
decadencia o muerte. Este es el aspecto final de la salvación por el cual
estamos esperando (Hebreos
9:28; 1 Tesalonicenses 4:1318).
VII. Sus
Resultados.
Estos
son muchos (Efesios 1:3-14),
algunos de los cuales se dan a continuación:
1.
Paz
con Dios (Romanos 5:1).
Ya no existe enemistad.
2.
Aceptación
ante Dios en Cristo (Efesios
1:6).
3.
Gozo
en Dios como hijos suyos (Romanos
5:10,11; 8:1417; Gálatas 3:26; 4:7).
4.
Vivir
para Dios. (2 Corintios
5:14,15; 1 Pedro 4:25).
5.
Servicio
para Dios. Por medio de buenas obras y testificar para El (Efesios 2:10; Mateo 5:16; Marcos
16:13,16).
6.
Adoración,
alabanza y oración a Dios (Juan
4:23; Hebreos 13:15; 4:1416).
7.
Un
hogar eterno en el cielo (Juan
14:13; Apocalipsis 21:2122; 22:5).
No descansemos hasta saber, basado en
la autoridad de la Palabra de Dios, que somos salvos Eternamente.
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