8. La Salvación y sus Beneficios

“Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quién tenemos SEGURIDAD Y ACCESO con confianza por medio de la fe en El.” Efesios 3:11-12.

Es importante que el nuevo creyente tenga la seguridad de su salvación, ya que la experiencia de las personas al momento de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador es distinta en cada caso. Algunas personas experimentan un deseo de llorar, otras una paz profunda, gozo inexplicable y otras manifestaciones; pero hay quienes no sienten nada, ¿quiere decir eso acaso que no son aún salvas, o que no trajo ningún beneficio el acto mismo de recibir a Cristo?, de ninguna manera, la obra redentora de Cristo no depende de los sentimientos (del alma), ni de las manifestaciones físicas, sino de las fieles promesas de Jesucristo.

   1.   LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN: El término seguridad viene del griego asfaleía que quiere decir: no susceptible de caída o algo firme (Strong 803; Diccionario VINE). Al hablar de seguridad de la salvación se está haciendo referencia al hecho de que el nuevo creyente, al momento de invitar a Jesucristo a entrar a su corazón y aceptarle como Señor y Salvador personal, debe tener la certeza de que, efectivamente Cristo está en su corazón. ¿En qué se basa esta seguridad? Se pueden establecer dos aspectos:
a.    LA SEGURIDAD NO DEPENDE DEL CREYENTE. ¿Por qué se dice esto?
-        No depende de lo que somos. En la Biblia se dice que las naciones (hombres), son menos que nada delante del Señor (Is. 40:17), y que el hombre es como el polvo (Sal. 103:14), y en el Nuevo Testamento se llama al hombre pecador (Ro. 3:23), si la salvación dependiera de lo que somos, ninguno sería salvo, pues todos somos pecadores y merecíamos condenación eterna (Ro. 5:18).

-    No depende de lo que tenemos. Dios es el dueño de todas las cosas, de Él es la tierra y todo lo que en ella existe (Sal. 24:1), por lo tanto, el hombre nada tiene para comprar su salvación, por eso Jesús les dijo a sus discípulos que ¿Qué provecho obtendría un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? o ¿Qué podría dar el hombre a cambio de la salvación de su alma?, Nada (Mt. 16:26).

-        No depende de lo que sentimos. Los sentimientos del ser humano son muy variables, por naturaleza es voluble ante las circunstancias, por lo tanto tiende a ser engañoso. En Jeremías 17:9 se dice que “más engañoso que todo, es el corazón” (sentimientos), y sin remedio; ¿quién lo comprenderá? El ser humano muchas veces ni él mismo se comprende, por eso una salvación tan grande no depende de un sentimiento.

b.   LA SEGURIDAD DEPENDE DE DIOS. ¿Por qué?
-        Su hijo Jesucristo hizo la obra perfecta de redención (salvación). La obra perfecta que hizo Jesús a favor del hombre fue ofrecerse a sí mismo como sacrificio por el pecado de la humanidad, por eso Juan El Bautista declaró que Jesús era el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo” (Jn. 1:29). Dicho sacrificio es único y para siempre, de tal manera que ya no hay necesidad de ofrecer otro sacrificio por la salvación. Es maravilloso saber que si el pecado nos alcanza, podemos utilizar la sangre de Jesucristo, que todavía está fresca, para llegar ante Dios y pedirle que nos limpie de todo pecado con la sangre bendita de su hijo (1 Jn. 2:1-2).

-        Dios por naturaleza es fiel. El hombre es infiel, más Dios siempre permanece fiel (2 Ti. 2:13). Es un alivio saber que Dios nunca cambia y a todo el que cree en Él le prometió vida eterna (Jn. 3:36), es más, el Señor juró (He. 7:21), que ésta promesa se cumpliría y la selló con un pacto, un mejor pacto, el pacto de la sangre de su Hijo, quien es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios (He. 7:25). Además, el aseguró que nadie podría arrebatar de su mano a un creyente en Él (Jn. 10:29).

-        El sello del Espíritu Santo. Dios ha dado al creyente una garantía anticipada de la salvación eterna, alguien que provee de seguridad de esta promesa, que es El Espíritu Santo (Ef. 1:13-14). Así, quien no tiene el Espíritu Santo no es salvo (Ro. 8:9). El Espíritu Santo también perfeccionará al creyente (Ro. 8:26-31), hasta el día de Jesucristo y lo presentará irreprensible (Jud 24).

   2.   LOS BENEFICIOS DE LA SALVACIÓN: La palabra beneficio se deriva del griego antilambano y quiere decir: asirse de y tomar algo que está ante (Strong 482). Cuando se habla de los beneficios de la salvación, se habla de lo que Dios pone ante el nuevo creyente para que lo tome por la fe.

Veamos algunos beneficios:
a.    Perdón de pecados (Col. 2:13): La Biblia enseña que por un hombre entró la muerte por el pecado, pero que también por un hombre entró el perdón, es decir, Jesucristo; por lo que al reconocer su sacrificio expiatorio, su Sangre borra todos los pecados, no importando el tamaño o gravedad de los mismos.

b.   Paternidad (Jn. 1:11-12): La Biblia es clara cuando indica que solamente se puede ser hijo del Padre, recibiendo y creyendo en su Hijo Jesucristo. Dios adopta al creyente por el Espíritu Santo (Is. 49:15), y nunca se olvidará de él. Así como un hijo puede desobedecer a su padre, un hijo de Dios también puede desobedecerlo, es decir, puede cometer pecado, por lo tanto Dios lo disciplinará (He. 12:6-8), con amor, para perfeccionarlo.

c.    Vida eterna (Jn. 3:16): El propósito de Dios es que toda persona experimente la vida eterna que El otorga, pero que a causa del pecado, ésta se ve interrumpida, por lo que ahora todo el que cree en Jesucristo puede experimentar la vida eterna y abundante que Cristo ofrece (Jn. 10:10).

d.   Una nueva creación (2 Co. 5:17): Al momento de conocer al Hijo de Dios, se inicia un proceso de Regeneración, el cual destaca el inicio de un nuevo estado de cosas en contraste con el viejo (Diccionario VINE). Es un proceso ascendente en el que se afirma que “las cosas viejas van pasando y todas vienen a ser hechas nuevas”. En este proceso se avanza en la medida en que el nuevo creyente va entregando todas las áreas de su vida.

e.    Ciudadano del reino de los cielos (Fil.3:20; 1 P. 2:9-10): El conocer a Jesucristo permite salir de la ciudad de pecado (Egipto), y obtener una nueva ciudadanía, Cristo afirma que ha ido a preparar lugar, “para que donde Yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:6), no un día, sino eternamente y para siempre.

f.    Es integrado al cuerpo de Cristo. El nuevo creyente es hecho miembro del Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:12), que es la Iglesia, ya no está solo, tiene identidad, ahora los miembros de la iglesia son sus hermanos, su familia, por lo tanto, tampoco puede dirigirse solo, sino que tendrá que aprender a sujetarse  a los miembros del cuerpo (1 Co. 12:14-20).

g.    Se le entregan regalos. El Espíritu Santo regala dones, que son más que regalos, habilidades que Dios da a los creyentes para la edificación de su Iglesia (1 Co. 14:12). Estos dones permiten al nuevo creyente crecer y desarrollarse hacia la madurez, dándole la oportunidad de servir dentro de la Iglesia. Cristo afirmó en Juan 17:12 que ninguno de los que le dieron por hijos, se le perdió, por lo tanto, la seguridad de la salvación, no depende de nosotros, sino de la fidelidad de Dios a sus promesas y pactos, por medio del sacrificio de Jesús en la cruz y del perfeccionamiento que el Espíritu Santo hace en cada creyente. El hijo de Dios tiene muchos beneficios que no los merecemos, pero nos los dan por gracia y amor, por lo tanto no despreciemos una salvación tan grande, que ningún otro puede dar, así que ocupémonos en nuestra salvación con temor y temblor (Fil. 2:12).

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