“Conforme al propósito eterno que hizo en
Cristo Jesús nuestro Señor, en quién tenemos SEGURIDAD Y ACCESO con confianza
por medio de la fe en El.” Efesios 3:11-12.
Es importante que el nuevo creyente
tenga la seguridad de su salvación, ya que la experiencia de las personas al
momento de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador es distinta en cada caso.
Algunas personas experimentan un deseo de llorar, otras una paz profunda, gozo
inexplicable y otras manifestaciones; pero hay quienes no sienten nada, ¿quiere decir eso
acaso que no son aún salvas, o que no trajo ningún beneficio el acto mismo de
recibir a Cristo?, de ninguna manera, la obra redentora de Cristo no depende de
los sentimientos (del alma), ni de las manifestaciones físicas, sino de las
fieles promesas de Jesucristo.
1. LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN: El término seguridad viene del griego
asfaleía que quiere decir: no susceptible de caída o
algo firme (Strong 803; Diccionario VINE). Al hablar de seguridad de la
salvación se está haciendo referencia al hecho de que el nuevo creyente, al
momento de invitar a Jesucristo a entrar a su corazón y aceptarle como Señor y
Salvador personal, debe tener la certeza de que, efectivamente Cristo está en su corazón. ¿En qué se basa esta
seguridad? Se pueden establecer dos aspectos:
a.
LA SEGURIDAD NO DEPENDE DEL CREYENTE. ¿Por qué se dice esto?
-
No depende de lo que somos. En la Biblia se dice que las naciones (hombres), son menos
que nada delante del Señor (Is. 40:17), y que el hombre es como el polvo (Sal. 103:14), y en el Nuevo Testamento se llama
al hombre pecador (Ro. 3:23), si la salvación dependiera de lo que somos, ninguno
sería salvo, pues todos somos pecadores y merecíamos condenación eterna (Ro. 5:18).
- No depende de lo que tenemos. Dios es el dueño de todas las cosas, de Él es la tierra y
todo lo que en ella existe (Sal. 24:1), por lo tanto, el hombre nada tiene para comprar su
salvación, por eso Jesús les dijo a sus discípulos que ¿Qué provecho
obtendría un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? o
¿Qué podría dar el hombre a cambio de la salvación de su alma?, Nada (Mt. 16:26).
-
No depende de lo que sentimos. Los sentimientos del ser humano son muy variables, por
naturaleza es voluble ante las circunstancias, por lo tanto tiende a ser
engañoso. En Jeremías 17:9 se dice que “más engañoso que todo, es el corazón” (sentimientos), y sin remedio;
¿quién lo comprenderá? El ser humano muchas veces ni él mismo se comprende, por eso una
salvación tan grande no depende de un sentimiento.
b. LA SEGURIDAD DEPENDE DE DIOS.
¿Por qué?
-
Su hijo Jesucristo hizo la obra perfecta de redención (salvación).
La obra perfecta que hizo Jesús a
favor del hombre fue ofrecerse a sí mismo como sacrificio por el pecado de la humanidad, por
eso Juan El Bautista declaró que Jesús era el Cordero de Dios que quitaría el
pecado del mundo” (Jn. 1:29). Dicho sacrificio es único y para
siempre, de tal manera que ya no hay necesidad de ofrecer otro
sacrificio por la salvación. Es maravilloso saber que si el pecado nos alcanza, podemos
utilizar la sangre de Jesucristo, que todavía está fresca, para llegar ante
Dios y pedirle que nos limpie de todo pecado con la sangre bendita de su hijo (1 Jn. 2:1-2).
-
Dios por naturaleza es fiel. El hombre es infiel, más Dios siempre permanece fiel (2 Ti. 2:13). Es un alivio saber que Dios nunca
cambia y a todo el que cree en Él le prometió vida eterna (Jn. 3:36), es más, el Señor juró (He. 7:21), que ésta promesa se cumpliría y la
selló con un pacto, un mejor pacto, el pacto de la sangre de su Hijo, quien es poderoso para
salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios (He. 7:25). Además, el aseguró que nadie podría
arrebatar de su mano a un creyente en Él (Jn. 10:29).
-
El sello del Espíritu Santo. Dios ha dado al creyente una garantía anticipada de la
salvación eterna, alguien que provee de seguridad de esta promesa, que es El
Espíritu Santo (Ef. 1:13-14). Así, quien no tiene el Espíritu Santo no es salvo (Ro. 8:9). El Espíritu Santo también perfeccionará
al creyente (Ro. 8:26-31), hasta el día de Jesucristo y lo presentará irreprensible
(Jud 24).
2. LOS BENEFICIOS DE LA SALVACIÓN: La palabra beneficio se deriva del
griego antilambano
y quiere decir: asirse de y tomar algo que
está ante (Strong 482). Cuando se habla de los beneficios
de la salvación, se habla de lo que Dios pone ante el nuevo creyente para que
lo tome por la fe.
Veamos algunos beneficios:
a.
Perdón de pecados (Col. 2:13): La Biblia enseña que por un hombre
entró la muerte por el pecado, pero que también por un hombre entró el perdón,
es decir, Jesucristo; por lo que al reconocer su sacrificio expiatorio, su
Sangre borra todos los pecados, no importando el tamaño o gravedad de los
mismos.
b.
Paternidad (Jn. 1:11-12): La Biblia es clara cuando indica que solamente se puede
ser hijo del Padre, recibiendo y creyendo en su Hijo Jesucristo. Dios adopta al
creyente por el Espíritu Santo (Is. 49:15), y nunca se olvidará de él. Así como un hijo puede
desobedecer a su padre, un hijo de Dios también puede desobedecerlo, es decir,
puede cometer pecado, por lo tanto Dios lo disciplinará (He. 12:6-8), con amor, para perfeccionarlo.
c.
Vida eterna (Jn. 3:16): El propósito de Dios es que toda persona experimente la
vida eterna que El otorga, pero que a causa del pecado, ésta se ve
interrumpida, por lo que ahora todo el que cree en Jesucristo puede
experimentar la vida eterna y abundante que Cristo ofrece (Jn. 10:10).
d.
Una nueva creación (2 Co. 5:17): Al momento de conocer al Hijo de
Dios, se inicia un proceso de Regeneración, el cual destaca el inicio de un
nuevo estado de cosas en contraste con el viejo (Diccionario VINE). Es un
proceso ascendente en el que se afirma que “las cosas viejas van pasando y
todas vienen a ser hechas nuevas”. En este proceso se avanza en la medida en
que el nuevo creyente va entregando todas las áreas de su vida.
e.
Ciudadano del reino de los cielos (Fil.3:20; 1
P. 2:9-10): El
conocer a Jesucristo permite salir de la ciudad de pecado (Egipto), y obtener
una nueva ciudadanía, Cristo afirma que ha ido a preparar lugar, “para que donde Yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:6), no un día, sino eternamente y para siempre.
f. Es integrado al cuerpo de Cristo. El nuevo creyente es hecho miembro
del Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:12), que es la Iglesia, ya no está solo, tiene identidad,
ahora los miembros de la iglesia son sus hermanos, su familia, por lo tanto,
tampoco puede dirigirse solo, sino que tendrá que aprender a sujetarse a los miembros del cuerpo (1 Co.
12:14-20).
g.
Se le entregan regalos. El Espíritu Santo regala dones, que son más que regalos,
habilidades que Dios da a los creyentes para la edificación de su Iglesia (1 Co. 14:12). Estos dones permiten al nuevo
creyente crecer y desarrollarse hacia la madurez, dándole la oportunidad de
servir dentro de la Iglesia. Cristo afirmó en Juan 17:12 que ninguno de los que le dieron por
hijos, se le perdió, por lo tanto, la seguridad de la salvación, no depende de
nosotros, sino de la fidelidad de Dios a sus promesas y pactos, por medio del
sacrificio de Jesús en la cruz y del perfeccionamiento que el Espíritu Santo
hace en cada creyente. El hijo de Dios tiene muchos beneficios que no los
merecemos, pero nos los dan por gracia y amor, por lo tanto no despreciemos una
salvación tan grande, que ningún otro puede dar, así que ocupémonos en nuestra
salvación con temor y temblor (Fil. 2:12).
2 comentarios:
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